sábado, 20 de abril de 2019

Corte maestro


Hacía una hora que la clienta hablaba sin descanso.
Parecía no necesitar siquiera pausas para el aire.
El peluquero asentía y tijereteaba, aunque ya no prestaba atención a las palabras que salían a borbotones de esa boca deformada por un rouge rojo furioso.
La irritación lo colmó y arrancó el hacha contra incendios del soporte en la pared.
La mujer reaccionó feliz cuando lo vio en el espejo.
-          ¿Con qué novedad vas a sorprenderme hoy, querido? 
El golpe fue certero, experto: un único corte en la nuca logró que la cabeza volara hasta la puerta del baño.
Aunque los labios todavía parecían moverse, en cuestión de segundos, en medio de un charco de sangre densa, se hizo el silencio.