Te abrazo y te confirmo lo que me habías adelantado, que
estás más flaco.
Y durante la noche mientras nos amamos, te lo repito. Porque
te siento cada vez más flaco. Como si esa pérdida de volumen físico reflejara
la distancia que crece entre los dos. Cada vez estás más lejos, aunque estés
adentro mío.
No hace falta decirlo, sé que esta vez es la última. Ya sea
porque dejemos de hablarnos o porque, en algún momento, tu creciente flacura
termine por hacerte desaparecer en el aire.
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